El futuro de PEMEX: entre el petróleo y el sol
Por Mauricio Palomares
Hablar de Petróleos Mexicanos (PEMEX) es hablar de la historia moderna de México. Durante décadas fue el corazón económico del país, símbolo de soberanía y orgullo nacional. Pero hoy, en pleno siglo XXI, esa narrativa enfrenta una paradoja: ¿cómo sostener una empresa que se construyó sobre combustibles fósiles cuando el mundo entero transita hacia energías limpias y renovables?
El debate no es menor. PEMEX no solo representa empleos y producción, también es el espejo de nuestras políticas públicas en materia ambiental y energética. Desde una mirada *SOLARPUNK*, que imagina un futuro sustentable donde la tecnología y la ecología caminan de la mano, el destino de PEMEX puede transformarse en una oportunidad histórica.
*El agotamiento del modelo petrolero*.
El petróleo ya no es la promesa inagotable que se nos vendió. Los yacimientos más accesibles se han explotado y la dependencia hacia mercados internacionales vuelve cada vez más vulnerable a la empresa. Además, el costo ambiental es devastador: emisiones de gases de efecto invernadero, derrames y contaminación en ecosistemas clave.
Ignorar estos impactos solo prolonga una crisis anunciada. México firmó compromisos internacionales para mitigar el cambio climático, y continuar apostando a PEMEX como eje exclusivo del desarrollo es cada vez más insostenible.
*PEMEX como palanca de transición*.
Un futuro sin PEMEX no significa su desaparición, sino su transformación. La empresa podría convertirse en la palanca de la transición energética del país:
1. Reconversión progresiva: destinar parte de sus ingresos actuales a la inversión en energías renovables —solar, eólica, geotérmica— aprovechando el enorme potencial territorial de México.
2. Infraestructura dual: usar su capacidad de logística y transporte para integrar nuevas cadenas de suministro de hidrógeno verde o biocombustibles.
3. Investigación y desarrollo: impulsar centros de innovación energética con universidades públicas y privadas para liderar el cambio tecnológico.
*Ejemplos internacionales que inspiran*.
México no parte de cero. El mundo ya ofrece casos exitosos de cómo empresas e instituciones energéticas tradicionales dieron un giro hacia la sostenibilidad:
• Ørsted (Dinamarca): lo que en los años 70 era una compañía dedicada al petróleo y gas, hoy es líder mundial en energía eólica marina. En apenas dos décadas transformó más del 80% de su portafolio hacia renovables, demostrando que la reinvención es posible y rentable.
• Escocia (Reino Unido): región históricamente petrolera por el Mar del Norte, que hoy produce más del 90% de su electricidad con renovables, principalmente eólica. Este cambio se logró gracias a políticas públicas claras, inversión en infraestructura y capacitación laboral para la reconversión de trabajadores.
Estos ejemplos muestran que sí es posible reconvertir a gigantes fósiles en motores verdes si existe voluntad política y visión de largo plazo.
*Una visión SOLARPUNK para México*.
Desde la perspectiva SOLARPUNK, PEMEX podría dejar de ser un símbolo de explotación fósil para convertirse en el emblema de un México renovado, que coloca la justicia ambiental al centro de su política pública.
Imaginemos un escenario en 20 años: refinerías convertidas en plantas híbridas, trabajadores petroleros reconvertidos en ingenieros de energía solar, comunidades ribereñas donde antes hubo derrames ahora gestionando cooperativas de paneles solares. No es utopía: es la consecuencia lógica de combinar innovación tecnológica, voluntad política y leyes ambientales firmes que obliguen a PEMEX a asumir un papel distinto en el siglo XXI.
*El papel de la ley*.
El marco legal puede garantizar esa transición:
• Establecer cuotas obligatorias de inversión en renovables.
• Incluir criterios ambientales estrictos en cada proyecto de PEMEX.
• Crear incentivos fiscales para que la empresa colabore con proyectos ciudadanos de energía comunitaria.
*Conclusión*.
PEMEX puede seguir siendo un actor central en la historia de México, pero no como el gigante fósil que conocimos, sino como el motor de un país que entiende que su futuro no está bajo tierra, sino bajo el sol.
La pregunta ya no es si debemos cambiar, sino qué tan rápido seremos capaces de hacerlo. Desde una visión SOLARPUNK, el porvenir de PEMEX puede ser luminoso, si se atreve a reinventarse.