RECUERDA POPOCATÉPETL SU AMOR ETERNO
Por Luis Martínez Alcántara
CIUDAD DE MÉXICO.- El volcán Popocatépetl sorprendió a miles de personas al emitir una fumarola en forma de corazón, capturada y compartida en redes sociales. Los usuarios reaccionaron con emoción, recordando la legendaria historia de amor que une a este volcán y al Iztaccíhuatl, conocido como la “Mujer Dormida”.
Según la tradición, esta emisión de humo simboliza la llama de amor eterno que Popocatépetl, también llamado Don Goyo, mantiene por su amada, incluso después de siglos.
La leyenda narra que Popocatépetl fue un valiente guerrero tlaxcalteca que partió a la guerra para obtener la mano de la princesa Iztaccíhuatl. Antes de partir, prometió regresar para casarse con ella, y ella, enamorada, esperó su retorno. Sin embargo, un rival celoso mintió, informándole que Popocatépetl había muerto en combate, lo que la llevó a fallecer de tristeza. Al regresar victorioso, Popocatépetl, al enterarse de su muerte, decidió honrarla, montando una gran tumba donde la velaría eternamente.
Para preservar su amor, Popocatépetl construyó una montaña, colocó el cuerpo de su amada en la cima y prometió vigilarla siempre, llevando consigo una antorcha que nunca se apagaría. Desde entonces, los dos volcanes permanecen uno frente al otro: el perfil de Iztaccíhuatl recuerda a una mujer recostada, mientras que Popocatépetl, activo y vigilante, sigue lanzando fumarolas que muchos interpretan como el suspiro de un amor que sigue vivo.
La imagen del corazón en la fumarola hizo que los mexicanos revivieran esta historia, viendo en el volcán un símbolo de amor eterno que perdura a través del tiempo. A lo largo de los siglos, los movimientos y emisiones del Popocatépetl han sido interpretados como una muestra de que sigue recordando a Iztaccíhuatl, cuidándola en su sueño eterno.
Este fenómeno natural, interpretado con ternura por los habitantes cercanos y usuarios de redes sociales, refuerza la identidad y el folclore mexicano, recordando que el Popocatépetl es más que un volcán: es una figura protectora que inspira admiración y respeto, manteniendo viva una de las leyendas más queridas de México.
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